Palacio de Versalles
Tenía que ser París. En esta ocasión tuvo que ser en París. Probablemente no había ni más posibilidades ni más opciones, pues es París la ciudad en la que las luces son mucho más y las sombras son mucho menos. En París se ubicó el centro del mundo, el pasado más dorado, el presente más intenso y el futuro más visionario. Versalles fue ese pasado, es ese presente y será ese futuro.
Y fue todo lo dorado que un sueño puede ser y todo lo luminoso que se espera que sea ese sueño y recibió las sombras del fin del sueño de la manera que los grandes sueños terminan, cediendo el sitio y la esperanza a sueños mayores, a sueños más fieros. No es la visita a Versalles una visita cualquiera. Al Palacio de Versalles hay que ir sin ninguna prisa, pues Versalles sigue marcando el ritmo de los días, sin ninguna pretensión, pues si en algún sitio las pretensiones son propias es este y sobre todo hay que ir dispuesto a entender los sueños que le dieron vida pues son los sueños que aún alientan este rincón del mundo.
Versalles quizá haya sido eso, un sueño... pero en esta ocasión el sueño puede atraparse al traspasar las puertas. Si quieres descubrir todos los secretos de Versalles, te recomendamos que sigas leyendo la guía. Aunque ya os adelantamos que no es sencillo de entender toda la historia que encierra: sus más de 7 salones, el dormitorio de la reina, la habitación de María Antonieta, la sala de los espejos o la habitación del rey.
Historia del Palacio de Versalles
Fue el Rey Sol quien llevó la realeza hasta Versalles. En esta zona, que en un origen era pantanosa, mandó construir en el año 1624 el inicio de Versalles; probablemente, nunca hubiera podido imaginar que su idea llegara a tan extensa magnitud. Pero en esencia, el Palacio de Versalles sería el lujo que Luis XIV decidiera darse, dado que siempre estuvo convencido de que era lo mínimo que se merecía. Era el justo esplendor que todo el poder requería. Luis XIV fue, efectivamente, el Rey Sol, que adoptó el nombre del astro para hacer girar las vidas de la corte, de la nobleza y del gobierno del país.
El Palacio de Versalles fue la manera de controlar a quienes vivían alrededor del Rey. Era necesario que fuera así. En 1648 estalló en Francia la revuelta conocida como la Froda. Como ningún momento es malo para recibir lecciones vitales, Luis XIV, que por entonces tenía 10 años aprendió y ya no olvidó nunca más dos de estas lecciones: París no era un sitio seguro para la realeza y la nobleza de Francia era aún más peligrosa. Versalles, así, terminó por convertirse en la cara más brillante del absolutismo.
En Versalles, las normas del palacio eran las normas del rey, las necesidades a cubrir, eran las del rey y la riqueza mostrada no era más que el reflejo de la consideración que el rey tenía de sí mismo. Él estaba por encima de todo el mundo y es más, no estaba al alcance de nadie. Versalles fue esa especie de cárcel en la que el rey pretendió controlar todos los peligros, cualquier traición. Fuera lo que fuera que hiciera, lo hizo bien, pues 70 años duró su reinado sin que nadie se levantara contra él, aún teniendo en cuenta los tremendos gastos que suponía mantener Versalles en un momento en que la gran parte de la población adolecía de lo más mínimo para vivir.
Versalles dio al mundo una manera de vivir y de entender la vida. Luis XVI, nieto de Luis XIV quizá heredase Versalles, pero no heredó la astucia de su predecesor, pero como quiera que fuese no pudo mantener los proyectos y los sueños de Luis XIV. Y así, la monarquía y lo que Versalles supuso, cayeron bajo el paso de la Revolución Francesa.
Arquitectura del Palacio de Versalles
El palacio de Versalles, lugar en el que reinaron Luis XIV y María Antonieta de Austria es el más fiel reflejo del barroco francés. Declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979, los arquitectos que lo levantaron y dejaron así su huella en la historia fueron Louis Le Van y Jules Hardouin Mansort. Los diseños de los jardines, parte inseparable e indispensable del conjunto, son de Andre Le Notre.
El conjunto está formado por tres palacios, un jardín y un parque. Pese a que los recursos económicos estuvieron al servicio de la propiedad y en este sentido no hubo problemas, levantar la construcción no estuvo exento de problemas. Este terreno era pantanoso y filtrar el agua requirió de las mejores soluciones de los mejores ingenieros de Francia. Se taló gran parte del bosque para crear el jardín, se desvió agua del Sena para poder crear el gran lago artificial y también para regar el invernadero.
El palacio de Versalles usa mármol, piedra, bronce, oro, diamantes, las mejores maderas; todo lo que hiciera falta para que el mundo contemplara la riqueza y el poder del rey Sol. A lo largo de su eje longitudinal, en cuyo centro aparece el patio, se organiza todo el conjunto. El palacio fue la primera construcción y a partir de él se empezó a trazar lo que acabó por ser una ciudad dentro de otra. En la arquitectura de Versalles también podemos encontrar fácilmente elementos del estilo denominado clasicismo francés, todos los elementos guardan orden, predomina una proporción general y una armonía que se mantiene pese a las diferentes épocas de construcción y de los distintos materiales empleados.
Información sobre el acceso al Palacio de Versalles
Si deseas visitar el Palacio de Versalles, el Parque y los Jardines o el Dominio de Trianon, deberás conocer alguna información sobre el acceso a ellos. Para entrar en cada una de las estancias es necesario reservar con antelación una franja horaria, que varía en función del edificio en el que se quiera entrar.
- El Palacio abre todos los días desde las 9 de la mañana, excepto los lunes, el día de la semana que cierra.
- Por otro lado, el Gran y Pequeño Trianon abren por la tarde, a partir del mediodía.
- Finalmente, el Parque y sus Jardines abren todos los días en un horario de 8:00 a 20:30.
- Al Parque y a los Jardines se puede acceder de forma gratuita, con la única excepción los días de Grandes Aguas y Jardines Musicales.
- Para visitar el dominio de Trianon se debe entrar por la ciudad o a través de los propios jardines.
- Si necesitáis dejar algo antes de entrar a los interiores del Palacio, existen consignas disponibles para guardar objetos pequeños.
- Si viajáis con niños, también debéis saber que se acepta la entrada de cochecitos en el museo.
- La estancia con más afluencia de visitantes es el Palacio, seguido por el Dominio.
- Por último, el acceso al Palacio y Dominio son gratuitos para todos aquellos residentes de la Unión Europea que tengan menos de 26 años y lo puedan acreditar.
Curiosidades de Versalles
- En la construcción trabajaron 36.000 personas y 6000 caballos a lo largo de los 50 años que duraron los trabajos.
- El 8 de octubre un grupo de ciudadanos, especialmente mujeres acudieron hasta el palacio para pedir pan.
- Al acabar los trabajos aquí podían vivir 5000 personas.
- El castillo es uno de los palacios más grandes del mundo: más de 700 habitaciones, más de 2000 ventanas, 1250 chimeneas, 67 escaleras y más de 1800 hectáreas de parque.
- Versalles fue, a lo largo del siglo XVIII, imitado en muchas construcciones de Europa.
- Versalles es tan conocido por el edificio que supone como por el símbolo del absolutismo que representa.
- Pese a todo lo grandioso del Palacio y sus innumerables dependencias, en Versalles no había ningún cuarto de baño.
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Excursiones a VersallesLa Capilla Real
El espacio en el que hoy se levanta la capilla real de Versalles, el recorrido por la misma, es necesario entenderlo desde el punto de vista de aquel momento: para la monarquía del momento, el rey era el elegido de Dios y mediante su consagración se convertía, ni más ni menos, que en su lugarteniente. Nada ni nadie podía alcanzar este punto. Nada ni nadie competía con el rey.
La capilla real nos recibe en nuestra visita. Ciertamente, es una capilla dentro de un palacio, pero admirando su acabado y contemplando detenidamente la estancia, bien podría tratarse de una catedral. Tiene varias alturas, levantadas en sintonía con la religiosidad del lugar. Punto en el que, Luis XIV escuchaba misa diaria, lugar también en el que se casaron Luis XVI y María Antonieta.
Sus dos plantas, en torno al mismo espacio central, dan como resultado tres naves. En esta distribución, como no podía ser de otra manera, el trono real quedaba situado directamente frente al altar, colocándose a partir de aquí, y conforme marcaba el protocolo, los distintos miembros de la realeza. En su primera planta, hay numerosos arcos sustentados por fuertes pilares y, en la segunda, las columnas aguantan los dinteles sobre los que se alza la bóveda. En esta bóveda queda plasmada La Trinidad y en esta creación participaron, en diversas partes, tres artistas:
- Charles de la Fosse, en el centro de la bóveda, con la “Ascensión de Cristo”.
- Antoine Coypel, “Dios padre en su gloria”, en la parte central.
- Jean Jouvenet, con “Pentecostés” sobre la tribuna real.
Las estatuas contribuyen también a la gloria y la fe que aún permanecen en el lugar. Pese a toda la intención y el fervor que el Rey puso en la construcción y el uso de esta sala, solo la pudo disfrutar cinco años, entre 1710 y 1715.
Palacio de Versalles: Sala de los Espejos
Si hay un sitio para sentirse bajo la mirada del mundo, esa es la famosa Sala de los Espejos. Cuando Francia entra en el panorama europeo, tras la guerra de Holanda, Luis XIV vio el momento perfecto para mandar hacer la galería de los espejos y así mostrar al mundo la gloria y el poder de la nación francesa. Poco sabía en aquel entonces que la galería terminaría siendo la joya del palacio de Versalles. La sala la construyó Jules Hardouin Mansart entre 1678 y 1684. La sala de los espejos de Versalles tiene 73 metros de longitud y 10,50 metros de ancho.
Diecisiete ventanas son las que dejan pasar la luz y las que permiten que esa luz se refleje en los 357 espejos que hay. De esta manera, los mármoles, los bajorrelieves, los capiteles y las pinturas de Charles Le Brun se ven iluminados de la única manera que la gloria se puede colar por las ventanas: a raudales. Los cuadros de la sala giran en torno a la guerra de Holanda y junto a ellos también están las pinturas que hacen referencia a las actuaciones del gobierno durante la guerra de Devolución y a los cuatro fundamentos del propio gobierno de Luis XIV: justicia, finanzas, comercio y arte.
Esta galería servía como lugar de paso, de espera y, por supuesto de encuentros. Era fundamentalmente usada por cortesanos y por el público en general. Pero había ocasiones en las que, si lo que se pretendía era encandilar el mundo mostrando todo lo que la sala podía ofrecer, entonces el trono se colocaba en un estrado en un extremo de la galería de manera que los mandatarios, gobernantes y dirigentes, debían atravesar toda la sala hasta encontrarse con el rey.
En la Sala de los Espejos tuvo lugar la celebración del matrimonio del duque de Borgoña, el baile de disfraces celebrado con ocasión del matrimonio de María Antonieta y el delfín. Y aquí se firmó el Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919, poniendo así fin a la Primera Guerra Mundial.
Al margen del esplendor, de lo grandioso y de los sueños que aún viven atrapados en cada uno de los cristales, al margen de esplendorosos, grandiosos y soñadores que aquí nos vamos a sentir; hay que saber que, en el Palacio de Versalles, la sala de los espejos fue, en su momento, una gran revolución, pues fue la primera vez que las personas podían verse de cuerpo entero. Tal fue el impacto de esta galería que en la época llegó a decirse que debido al reflejo de tantos espejos, el brillo de los diamantes con los que la corte iba adornada, podían convertir la noche en día.
¿Alguna vez os dijeron aquello de si rompes un espejo tendrás 7 años de mala suerte? Pues es lejana la relación de esta leyenda con la propia galería. En esta galería, y gracias a las mejoras que sucesivamente se fueron alcanzando en la realización, el tamaño de los espejos era mucho mayor del conocido hasta el momento. Evidentemente, el costo que alcanzaban era tal, que si un sirviente tenía la desgracia de romper uno de los espejos, necesitaría, probablemente 7 años de su salario para poder pagarlo.
La habitación del Rey
Ni que decir tiene, que al entrar en esta sala, estamos entrando en uno de los lugares por excelencia del Palacio de Versalles. Es en el año 1701 cuando Luis XIV decide trasladar aquí sus aposentos, y fue aquí, donde se gestó la esencia de aquella monarquía. En la habitación del Rey se celebraban los almuerzos privados del Rey Sol y aquí también tenían lugar dos de las ceremonias que más han trascendido a través de los siglos: la ceremonia del despertar y la ceremonia de acostarse del Rey. ¿No sabéis en qué consistían? “Le lever du Roi”, el despertar, era mucho más que empezar el día el monarca, era una ceremonia rigurosamente estructurada. Un ayudante de cámara, que dormía a los pies de la cama, le decía al rey a la hora indicada, “Señor, es la hora”.
El primer médico y el primer cirujano, certificaron cada mañana, la salud del soberano para a continuación rezar durante un cuarto de hora acompañado de los miembros de la familia real. Luego era el turno del barbero y después del desayuno y finalmente se vestía ayudado por dos personas que tenían específicamente este cargo eran el Primer Gentilhombre de Cámara y el Máximo del Guardarropa. Y esto era así ¡cada mañana!
La ceremonia para acostarse era igual de estructurada. Lo primero de todo es que cuando el rey se iba a la cama, se acababa para todo el mundo la jornada. Y solo después de que el rey se desvistiera, de las oraciones dirigidas por un sacerdote y convenientemente acompañado, podían los cortesanos volver a sus habitaciones. Como podéis comprender, tarea sencilla no era.
El Gran Aposento del Rey
En el Gran Aposento del Rey se sucedían los lunes, los miércoles y los jueves de 17h a 20h y desde el otoño hasta el principio de la primavera, las conocidas y famosas “noches del apartamento”. A lo largo de las diferentes salas, el rey se dirigía a los grupos que allí se daban cita y a lo largo de estas jornadas, y sólo durante estas jornadas, el rey impedía que se le hicieran reverencias. Así, siete son los salones que componen este aposento:
- El Salón de Hércules, este es el primero de los salones del aposento donde se encuentran las obras de Veronese “La comida en casa de Simón Fariseo” y de François Lemoyne “La Apoteosis de Hércules”.
- El Salón de la Abundancia, que era donde quedaba instalado un buffet de café, vinos y licores.
- El Salón de Venus, por este salón, a través de la “escalera de los embajadores” se accedía al gran aposento. Las mesas de este salón quedaban adornadas en estas jornadas, de cestas de flores, frutas frescas, frutas confitadas y mazapanes.
- El Salón de Diana, el Rey era un gran aficionado al billar y era aquí donde se celebraban las partidas de este juego. El rey jugaba bajo las atentas miradas de las damas de la corte, que llenaban la estancia de aplausos, motivo por el cual la sala se ganó el sobrenombre de “la cámara de los aplausos”.
- El Salón de Apolo, que era el más lujoso de todos los salones, con excelente mobiliario: un trono de 2,60 metros, tapicerías laboriosamente bordadas y diferentes según fuera invierno o verano.
- El Salón de Marte, aunque es una sala presidida por Marte, Dios de la Guerra; este salón terminó por ser el salón de baile del aposento, pues aquí se llevaban a cabo las veladas de música y de baile.
- El Salón de Mercurio, en su origen este salón era la cámara del aposento y se la conocía como la “cámara del lecho”, tenía espejos y arañas de plata macizos, elaborados por los orfebres de los Gobelinos. Pero en 1689, Luis XIV hizo que las fundieran para poder financiar la Guerra de la Liga de los Augsburgo.
Habitación de María Antonieta
En el Palacio de Versalles, el rey y la reina tenían dependencias separadas. Esto no era algo tan extraño en la realeza del momento, pero en este caso además, este hecho respondía a necesidades prácticas, no necesariamente de intimidad, pues en los dormitorios del rey se despachaban asuntos con sus consejeros e incluso se celebraban recepciones.
Sin desmerecer la decoración de la estancia, digna de la altura de la reina, cabe destacar en esta estancia dos elementos que, ya de por sí, han pasado a la historia. Son el joyero de la reina y la puerta secreta de la habitación de María Antonieta.
El joyero de María Antonieta
El joyero de la reina resistió los disturbios de la Revolución. Es un mueble de madera de roble y de chapa de caoba adornado con bronces y placas de porcelana de Sevres. Se construyó en 1787 con ocasión del renombrado episodio del collar de la reina.
Puerta secreta de la habitación de María Antonieta
En las dependencias de la reina, a la izquierda de la alcoba, hay una pequeña puerta secreta, por la que Maria Antonieta huyó de los asaltos al Palacio el 6 de Octubre de 1789.
La gran habitación de María Antonieta, donde está su dormitorio, consta además de otras salas:
- La habitación de los guardias, tal y como dice su nombre, era la sala donde siempre había doce personas haciendo guardia para el rey y la reina. Eran soldados pertenecientes a unidades de élite.
- La antesala del Grand Couvert, aquí se realizaban las comidas públicas, aunque solo miembros de la familia real podían sentarse a la mesa. Así que otras personas que eran invitadas, pero no formaban parte de la escala real, podían asistir pero tenían que estar de pie, al lado de la familia real, que sí estaba sentada.
- La habitación de los nobles o salón de los nobles es una antesala de la Reina dedicada a las audiencias solemnes. Está diseñada y decorada por el ebanista favorito de María Antonieta, Riesener.
- El salón de la Paz, tiene su contrario en el Palacio de Versalles: La sala de la guerra. Esta sala para la paz estaba dedicada a destacar las grandes ventajas que tuvo Europa gracias a la paz con Francia.
Museo de la historia de Francia
En total tuvo 60.000 obras expuestas, que hoy se enmarcan, las que se mantienen, alrededor de todo el Palacio, organizados según la época de la historia. Muchas de estas obras fueron perdidas con la Revolución Francesa y otras de ellas, trasladadas a la Biblioteca de París.
Sea como sea, el Palacio de Versalles tuvo en su época un Museo de la Historia de Francia muy importante que hoy se ha visto reducido.
Exposiciones del Palacio de Versalles
Exposición de Hyacithe Rigaud, conocido por el retrato de Luis XIV, el Rey Sol
La exposición que actualmente se puede visitar en el Palacio de Versalles está dedicada íntegramente a Hyacinthe Rigaud y su obra. Rigaud es el autor del retrato más famoso de Luis XIV, el Rey Sol. Las innovaciones del pintor introdujeron unos revolucionarios códigos que se implantaron y dominaron todos los retratos del siglo.
Hyacinthe Rigaud nació en Perpiñán en 1659, lugar en el que se formó hasta que en 1681 decidió trasladarse a París. Rigaud decidió decantarse por el retrato, arte que elevó a su máxima expresión. Su contacto con el Rey y la Corte se produjo en el año 1688, a través del retrato que realizó para el duque de Orleans. Años después, en el 1700, fue admitido en la Real Academia de Pintura y Escultura como "pintor de historia". Para el año siguiente, Rigaud ya era el retratista más famoso de su tiempo.
Ese mismo año, Luis XIV le encargó un retrato con el traje de la coronación, que se convertiría en un auténtico emblema de la monarquía absolutista francesa. De esta manera, Rigaud estableció los códigos del retrato: una columna y paisaje en el fondo, una pose solemne y unos colores intensos. Decenas de reyes y reinas europeos fueron retratados de esta manera hasta el siglo XIX. Rigaud también retrató a artistas, como Charles de La Fosse o François Girardon, o a clérigos, magistrados y financieros.
A través de un orden cronológico y organizado por temas, el Palacio presenta una exposición que repasará la trayectoria de Rigaud desde sus humildes inicios en Cataluña hasta su explosión artística ya desde la ciudad de París. El protagonismo, casi en su totalidad, recaerá sobre los autorretratos que realizó, su gran especialidad que culminará con toda una espectacular sección dedicada al rey Luis XIV.
Podrás conocer el proceso de creación de los retratos, pasando por cómo se elegían los formatos y la utilización de grabados hasta la presentación de los bocetos de los retratos y la elaboración final de los dibujos. La clientela de Hyacithe Rigaud era muy diversa y comprendía tanto a franceses como a extranjeros. Pero no solo los retratos tendrán hueco; las esculturas también tienen su protagonismo. De hecho, durante sus últimos años, gran parte de su tiempo lo pasó motivado en retratar a su madre, Madame Rigaud, para que el escultor Antoine Coysevox le hiciese una escultura de mármol a partir del retrato.
La riqueza de las colecciones del Palacio de Versalles se ve personificada en esta exposición sin paragón, que homenajea los retratos franceses de los siglos XVII y XVIII. Este género, que en su día fue desdeñado, recibe su merecida atención y reconocimiento. Algunos pintores que tuvieron menor relación con la Corte como François de Troy y Nicolás de Largillière ya tuvieron sus propias exposiciones monográfica, pero la de Hyacinthe Rigaud solo podía tener lugar en el Palacio de Versalles, pues su retrato de Luis XIV es hoy el mayor emblema del Gran Siglo francés.
Exposiciones virtuales
- Luis XIV, la construcción de una imagen
A día de hoy son más de 750 grabados y 200 retratos de Luis XIV, el Rey Sol, los que han sobrevivido y muestran así su poderío absoluto. Aquí se presentan sus obras más significativas, y a través de diferentes imágenes, se muestra la enorme huella y poder que mantuvo el monarca en el tiempo a través del arte.
- Inmortalizar Versalles
La aparición de la fotografía en el siglo XIX nos va a permitir conocer la historia contemporánea del Palacio a través de instantáneas. Estampas del parque tras la trágica tormenta del año 1999, visitas de jefes de Estado del extranjero, muestras de variadas restauraciones o portfolios realizados por grandes fotógrafos nos van a presentar Versalles desde varios puntos de vista.
- La Moda en Versalles
Las grandes personalidades, artistas y creadores siguen recibiendo inspiración de la moda de Versalles. Durante el reinado de Luis XIV, a finales del siglo XVIII, se establecieron unas tendencias de moda vanguardistas. Son dos las exposiciones virtuales las que nos descubren los códigos que se desarrollaron en torno a la figura de María Antonieta.
- En la Mesa de los Reyes
Esta exposición está impulsada y ofrecida por la Asociación de Residencias Reales Europeas, y lo que nos permite es descubrir los manjares que se servían en los comedores reales. La comida destacaba por su refinamiento. La exposición muestra las costumbres culinarias: elementos tradicionales como las aves de corral se mezclan con frutas exóticas como la piña. La hora del día y la ocasión, el tipo de comida y la calidad de los comensales determinaban cómo se ponía la mesa.
La Ópera Royal
Casi es imposible concebir una época de esplendor, lujo, opulencia y querer aparentar, sin el telón de fondo de la ópera, de la música y de las grandes y espectaculares representaciones que existían. Versalles reunía todo esto, como si fuera una gran representación, y por supuesto, también rescató un lugar para el arte.
Si bien la ópera en Versalles se comenzó a construir en tiempos de Luis XIV, fue su sucesor, Luis XV quien la vería finalizada. Es, probablemente, la obra cumbre de Auge-Jaques Gabriel. En el año de su estreno, en 1770, fue la mayor sala de espectáculos de toda Europa.
Al margen de lo espectacular de la sala, lo más característico es que aquí caben, tanto espectáculos como festejos. Para los festejos una plataforma se eleva por el escenario y forma un espacio de aproximadamente 50x20 metros. Para los espectáculos , de los que pueden disfrutar unas 1300 personas, hay una máquina instalada que, a vista del público, permite realizar aquellos cambios en los escenarios que se estimen necesarios.
En esta sala se representaron diversas obras y diversos capítulos históricos y, otro dato interesante de esta ópera royal, es que los capítulos representados hablaron tanto de situaciones monárquicas como republicanas.
Petit Trianon
El Petit Trianon fue construido por Auge-Jaques Gabriel para Madame de Pompadour, pero por los designios propios de la vida, esta murió sin verlo acabado; siendo su sucesora, Madame du Barry, quien lo habitó hasta la muerte del rey. Para ser justos con los personajes de la historia, debemos decir que Madame de Pompadour fue una amiga, consejera y amante del rey que llegó a ser una de las personas más poderosas del siglo XVIII, además de dueña de grandes estrategias palaciegas. Fue además protectora de las artes, las ciencias y la literatura y muy probablemente hubiera sido una gran habitante de este palacio.
El edificio alcanzaría su máximo esplendor de la mano de otra mujer, pues Luis XVI se lo regaló a su esposa María Antonieta quien lo hizo brillar casi hasta nuestros días. Así el Petit Trianon es elegante, es refinado, y es pura esencia de Maria Antonieta.
El Petit Trianon simula un templo clásico y de este modo parece evitar de alguna forma la pomposidad que adornaba Versalles. En su planta baja está la cocina con sus fogones de carbón, y su chimenea, así como la sala de la vajilla. En el primer piso se ubican los aposentos del rey y de la reina, la biblioteca, un salón y las habitaciones de las damas de compañía. En el segundo piso quedan los espacios reservados a los invitados. Hay un último gabinete en el Petit Trianon dedicado a Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III.
Sin embargo, Petit Trianon no se entiende sin la perspectiva romántica de María Antonieta. De hecho fue un 5 de Febrero cuando paseaba por los jardines de este palacio, el momento en que se le comunicó la llegada de los revolucionarios. Un día después, el 6 de Febrero, la familia real se iba, para no volver más.
La Aldea de Maria Antonieta en Versalles
La huella de esta mujer en Versalles, no quedó impresa solamente en el palacio. María Antonieta fue más allá, reclamó para sí un espacio de Versalles. En 1783 comienza María Antonieta a construir su aldea. Pero lejos de ser solo un espacio de recreo en el que pasar los días con sus damas de compañía, lejos del bullicio, aquí se levantó una explotación que sirvió además para llenar las cocinas de Versalles de productos cultivados en el propio terreno.
Nada más terminar el primer jardín, en los alrededores del Petit Trianon, María Antonieta continuó extendiendo su idea hacia la puerta de Saint-Antoine. Así surge la pequeña aldea: 11 casas, 5 reservadas para la reina y sus invitados, todas con su propio jardín y una granja con vacas, toros, cabras y palomas.
Las ampliaciones y los anexos se fueron sucediendo con los años: un columpio para los niños de la realeza en 1785, un juego de bolos en 1788 y la Torre de Marlborough que se usaba para pescar o para dar paseos en barca.
El Gran Trianon
Lo que hoy vemos como Grand Trianon fue en su momento bautizado como “Trianón de Porcelana”: una construcción que el rey Luis XIV encargó en 1670 a Le Van para Madame de Montespan. Fue una construcción tan hermosa que cautivó a la aristocracia de la época. Pero este primer edificio, pese a su belleza, resistía mal el paso del tiempo y empezó a presentar fisuras en los muros. Esto unido al hecho de que Madame Montespan ya no era la favorita del rey, motivó que el rey demoliera este Trianón de porcelana para levantar, en su lugar, el Grand Trianon.
El mármol rosa y los jardines abren la puerta de este edificio elegante, dulce y grandioso. María Antonieta celebrará diversas representaciones en el Grand Trianon, aunque esta siempre preferirá y elegirá su Petit Trianon. El mobiliario de la época se perdió durante la Revolución. Lo que hoy podemos ver es fruto , prácticamente en su totalidad, del Primer Imperio.
Jardines del Palacio de Versalles
Quedaría marcado ya por siempre André Le Notre por haber sido quien levantó los jardines del palacio de Versalles. El encanto de esta obra y lo eterno de su estampa reside en las grandes perspectivas que abarca, que impiden una visión global. Estamos obligados a ver los jardines de Versalles, avanzando entre ellos, como si recorriésemos capítulos de un cuento, de un auténtico cuento de príncipes y princesas. Y avanzando en este cuento a través de estos jardines nos iremos dando cuenta de que aquí cabe todo lo que queramos meter, la carroza, las hadas, los toques de cualquier campana que dan las doce, la magia, todo, en cualquier rincón.
Gracias a los jardines del palacio de Versalles, así quedó instalado, oficialmente, el modelo de jardín francés.
El jardín parte de un eje central formado por una línea que baja del palacio al Gran Canal. En este Gran Canal solían navegar grandes embarcaciones, incluso góndolas, para disfrute de la monarquía y su nobleza. En este estanque, que parece un río (1.500 metros de longitud por 62 metros de ancho) se pudo llegar a hacer representaciones navales. Además, tenía una importante función práctica pues colectaba los desagües de las fuentes situadas por encima de sí.
A partir del eje salen en sus laterales, sus pequeños bosques, sus laberintos, sus rincones, sus esquinas: el Bosquete de la Colonade, La Satre de Basi, el Bassin de Mirror o el Bosquete de l'Encenade.
Las Fuentes del Palacio de Versalles
Las fuentes también fueron un elemento indispensable a la hora de convertir los jardines del Palacio de Versalles, no sólo en un lugar especial, sino también mágico. Pues bien, hoy en día, las fuentes no permiten que esta función haya quedado al antojo del olvido del tiempo y aún es posible disfrutarlas. De hecho son un espectáculo, no sólo muy recomendable, sino además muy reconocido. Así que ahí va otra de nuestras recomendaciones: no dejéis de disfrutar del Espectáculo del Agua en Versalles si tenéis ocasión de hacerlo.
Cada fuente es única, tiene una historia y por supuesto un sentido. Entre ellas os encontraréis:
- La fuente del mito de Apolo, auténtica representación del Rey Sol.
- La fuente de Aton de las tortugas y las ranas, que guarda relación con el castigo que Luis XIV infringió a los nobles con ocasión de la conspiración de la Froda.
- La fuente de Encelada, el tormento eterno.
- La fuente de Saturno, el invierno.
- La fuente de Flora, la primavera.
- La fuente de Cera, el verano.
- La fuente de Neptuno, un conjunto hidráulico excepcional.
- La fuente del Dragón que narra el episodio de la serpiente Pitón que muere atravesada por una flecha de Apolo.
- La fuente de las pirámides, cuatro pilas de plomo superpuestas.
Llegados a este punto, ya no nos quedan más secretos para vosotros, queridos lectores. Os hemos revelado todos los secretos, salas, fuentes, jardines y galerías de Versalles para que planifiquéis vuestra visita a la perfección. ¡Hasta os hemos hablado de la puerta secreta de María Antonieta! Porque ya sabéis que Buendía no tiene secretos para vosotros, pero si queréis que vuestra visita sea de 10, solo tenéis que reservar vuestra excursión con nosotros porque, si aún tienes alguna duda, nuestros guías os la resolverán.
La mejor opción para visitar este lugar es, sin duda alguna, una de nuestras excursiones desde París a Versalles con transporte y entradas.
Ubicación de Versalles
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Place d'Armes
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78000 Versalles, Francia
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Precio de la entrada al Palacio de Versalles
- General: 20 € . Palacio de Versalles, el Petit Trianon, el Grand Trianon y el Dominio de María Antonieta
- General: 27 €, todo lo anterior más el espectáculo de fuentes musicales y jardines musicales.
- Palacio: 18 €
- Palacios de Trianon y al Dominio de María Antonieta: 12 €
- Gratuitos, excepciones: los menores de 18 años y menores de 26 años si son residentes de la Unión Europea, personas con discapacidad y su guía.
Tarifas
Cómo llegar a Versalles
- Parada Gare de Versailles Château Rive Gauche
- Parada Gare de Versailles–Rive Droite
RER
Bus
Horario del Palacio de Versalles
- Palacio - 9:00 a 17:30 h - Martes a Domingo
- Dominio- 12:00 a 17:30 h - Martes a Domingo
- Parque y Jardines - 8:00 a 20:30 h - Lunes a Domingo