Palacio Real de París

Este fue un rincón peculiar desde su concepción, ya que no fue construido para convertirse en hogar de reyes sino en residencia del Cardenal Richelieu, consejero de Luis XIII y también uno de los eclesiásticos más queridos en la Francia de aquella época, amén de una de las personas más influyentes (si no la que más) del país.

Si, además de descubrir la parte más turística de la “ciudad del amor” con nuestro free tour, en español, por París también quieres conocer rincones con encanto, continúa leyendo sobre el Palacio Real.

La construcción del Palacio Real comenzó en 1624. El arquitecto encargado fue  Jacques Lemercier mientras que de la pintura se hizo cargo Philippe de Champaigne. Fue inaugurado en 1639. 

Como os empezamos diciendo, el Palacio Real fue la residencia del Cardenal Richelieu, por eso ambas historias están entrelazadas y por eso no os sorprenderá que su  primer nombre fuer, precisamente, Palais Cardinal. Cuando el eclesiástico murió, el edificio pasó a manos de la corona francesa y su cambio de nombre a Palacio Real llegó cuando el Rey Luis XIII falleció y su madre se instaló temporalmente en el palacio con su hijo Luis XIV. Parte de la historia de Francia transcurrió por sus pasillos, una historia que por cierto, os contamos ahora mismo…

Historia del Palacio Real de París

El Palacio fue la residencia del cardenal y de la familia real, pero si hubo unos personajes que le dieron auténtica vida, estos fueron los miembros de la familia de Orleans, pues es sus salones acogían lujosas fiestas para la élite francesa. De hecho, a Luis Felipe José de Orleans le debemos la gran decisión de remodelar los magníficos jardines del Palacio Real de París y abrirlos al público para disfrutar de lo que se ha convertido en la actualidad, en una de las zonas más visitadas de la ciudad parisina.

Si el palacio fue en siglos anteriores un lugar de ocio, en la actualidad, tiene una funcionalidad mucho menos entretenida. Y es que se ha convertido en la sede del Consejo de Estado, del Ministerio de Cultura y del Consejo Constitucional. Además, en la zona posterior a los jardines aún se encuentran la antigua Biblioteca Nacional de Francia, donde se almacenan más de seis millones de archivos, documentos, libros, mapas, etc sobre París y Francia. 

El Palacio Real está integrado por una conjunto de edificios: el palacio, los jardines, unas galerías y el teatro. 

• Los Jardines del Palacio Real

Los jardines del Palacio Real son un oasis de tranquilidad y un lugar estupendo para descansar, pero también son un lugar para admirar, y si algo va a llamar nuestra atención en la visita, son sin duda, las famosas columnas de Daniel Buren.

Las 260 columnas octogonales ocupan aproximadamente 3.000 metros cuadrados. Todas tienen diferente tamaño, pero comparten un peculiar y rompedor decorado, especialmente para la época en que se construyeron, que consiste en franjas verticales de color blanco y negro. Esta curiosa ornamentación provoca un efecto óptico que llama la atención de quienes visitan los jardines del Palacio Real, pues depende de cómo y dónde nos coloquemos podremos percibir que las columnas responden a un riguroso orden o bien todo lo contrario, están en absoluto desorden. 

El nombre original de esta obra es “Les Deux Plateux” y hace referencia a su posición en dos niveles que planteó el arquitecto: algunas colocadas a nivel del patio y otras en el entramado de las rejas.  Las columnas de Buren se encuentran en el patio de honor y son un símbolo de arte contemporáneo en un entorno nada contemporáneo, lo que las dota de más carácter y belleza si cabe.

• Las galerías del Palacio Real de París

Para traer vida y ocio a los parisinos se construyó una zona de galerías con pequeñas tiendas y, un teatro. A principios del siglo XIX estas galerías comerciales era lo más parecido a un centro comercial moderno. Los parisinos se reunían, iban de compras, disfrutaban de una obra de teatro… De todo ello nos podemos hacer una idea de cómo era esa vida, recorriendo la zona de la antigua galería, de la que todavía se conserva su fachada original y donde algunos soportales han sucumbido a la venta de souvenirs para turistas.

Por suerte, en esta galería también permanecen tiendas de moda y antigüedades, galerías de arte, cafeterías y el restaurante Grand Vèfour, uno de los más caros de la ciudad, famoso por su exclusiva gastronomía y por haber tenido el honor de sentar en la mesa a personajes históricos como Victor Hugo o Simone de Beauvoir. También sobrevive la Galería Véro Dodadt.  El cenit de estas galerías, consideradas Monumento Histórico desde 1965, empezó a desplomarse a mediados de siglo, allá por 1850, con la apertura de unos grandes almacenes. En la actualidad, apenas quedan unos 18 establecimientos.