Molinos de Holanda
Lejos de la Holanda cosmopolita, bulliciosa, casi atronadora, libre y alegre que caracteriza, por ejemplo, la ciudad de Ámsterdam, existe, vive, y convive con ella una realidad situada casi en las antípodas de esta imagen. Y es que hay también una Holanda que representa la tradición de los Países Bajos y que se refleja en sus tradicionales molinos.
Esta paz, esta calma, este silencio tan apetecible viene dado desde los rincones de Holanda que perviven en las tradiciones, en las costumbres y en las maneras de antiguo. No supone que hayan renunciado a la vida moderna, ni viven alejados de las comodidades y avances que esta supone. No es eso. Es, más bien, el viaje por los pueblos de Holanda que han sabido valorar lo bueno de otras épocas, enorgullecerse de lo que en su momento supuso ser holandés, premiar las luchas y conquistas con el recuerdo permanente y mantener -para disfrute de todos- las imágenes de la Holanda que ellos consideran no debería morir.
Los molinos son uno de los mejores, si no el mejor, de los exponentes de este paisaje. Hoy siguen siendo los dueños de muchas estampas, pues son la seña de muchos pueblos y la identidad de la Holanda que os queremos mostrar.
Los giros de las aspas de los molinos que aún funcionan, que los hay, mantienen vivos los usos y las maneras de otros momentos, de otras gentes, incluso, y las aspas de aquellos otros que ya no funcionan, recortan sobre las estampas de esta Holanda pintada de verde, de agua, de colores de otoño y de primavera, la poderosa imagen, de lo que gracias a ellos y con su colaboración, se pudo conseguir. Los molinos en Holanda, fueron, son, tan importantes que se enganchan a uno de los dichos más populares del país: “God shiep de Aarde, maar de Nederlanders shiepen Nederland” -traducido es: “Dios creó la tierra, pero los holandeses creamos Holanda”-.
Historia de los Molinos de Holanda
La historia de los molinos de Holanda tiene la particularidad de trazar una parte de la historia del país, y parte de sus rasgos más característicos, y es que la historia holandesa es el cuento de la supervivencia al agua y de la lucha constante contra ella. Es trabajoso, duro y requiere de una gran constancia ser capaces de disputarle al agua un terreno.
Los molinos fueron parte de este ejército trabajador, duro y constante que, al lado eterno de los holandeses, bombearon agua, permitiendo así drenar lagunas, pantanos, cauces y manteniendo a flote la tierra. Sin esta labor, estaríamos hablando de más de un 40% de terreno holandés bajo el delta del Rin y el Mar del Norte. Así, mantener a flote la tierra era mantener a flote cultivos, cultivos y pastos y era mantener seca la vida. Por tanto, ver girar las aspas de un molino, al menos en Holanda, o ver sus figuras recortarse en sus explanadas, es ver parte del recorrido del país. No vale solo pensar en el grano que se molía, ahora debemos pensar de manera más amplia y también más justa. En esta ocasión, aquí se equivocaba nuestro Sancho, porque en este caso, los molinos fueron auténticos gigantes.
A día de hoy, hay más de 1000 molinos en Holanda, se cifra en torno a unos 1200. Un número bastante inferior al que hubo en otras épocas, donde se contaban por miles repartidos por todo el país.
Los Molinos en Holanda
En Holanda el uso de los molinos divergía en tres modos diferentes:
- Molinos para drenar el agua; "poldermolen", estos son molinos de grandes dimensiones, en oposición a los "stellingmolen", que también servirían para drenar el agua, pero que eran mucho más pequeños.
- Molinos para moler el grano; la clasificación más típica que vamos a encontrar de ellos es: "walmolen" (molinos de pared) y "wimpolen" (molinos de poste hueco).
- Molinos que funcionaban como serrería; “paltrokmolen” se llamaban, por la similitud que decían que estos tenían con unos abrigos que utilizaba la comunidad melonita, los Palts-rokken.
Excursiones a los pueblos de Ámsterdam
Conoce los molinos holandesesMolinos Holandeses en funcionamiento
Por lo tanto, ya hablamos que la estampa de Holanda bajo las aspas de los molinos es tan típica y tan necesaria como lo pueden ser sus quesos, sus tulipanes o su artesanía. Son así, y al igual que estos, una parte indispensable en nuestra visita a Holanda.
El país está aún orgulloso del pasado y del presente, de su lucha y de su tregua con el mar. Ejemplo de ellos son los molinos que podemos ver repartidos por él. Algunos de estos molinos son:
Kinderdijk
Este es uno de los más conocidos, Patrimonio de la Humanidad desde 1997. Es un conjunto de molinos, alumnos aventajados en la lucha contra el agua. Si vamos buscando, entre otras cosas, una imagen holandesa, este entorno es una de ellas.
Comenzó siendo un sistema pequeño de drenar agua que terminó por ampliarse a más de 150 entre los años 1738 y 1740. De todos estos molinos levantados en la región, perviven aún 48.
Kinderdijk significa “dique de los niños”. La más tierna historia cuenta que este nombre viene del hallazgo de un niño durmiendo plácidamente dentro de un barril que flotaba en el agua, en el momento en que unos granjeros retornan a sus casas, asoladas por un temporal. Probablemente, la realidad no tenga tanta piedad como la historia y este nombre se deba al trabajo infantil al que se vieron sometidos un gran número de niños para levantar el dique.
Molinos Schiedam
Aquí podemos ver los molinos más grandes del mundo, más de 33 metros. No se dedicaron a devolver agua al mar, pero no por ellos son menos reconocidos y menos queridos por los holandeses, pues gracias a que molían el cereal, fueron fundamentales en la producción de la ginebra. Fueron 20, conservamos 5 de ellos:
- Ballena
- Tres Acianos
- Libertad
- Norte
- Nueva Palmera. Este molino, además, es un museo
Molino Schermerhorn
En Schermer habitan 4 polders -nos referimos a las superficies ganadas al mar-, así que, la necesidad de drenaje de la zona nos da una primera explicación de la creación, ya en el siglo XVII, de 52 molinos. Aún se mantienen, en las manos de molineros voluntarios, 11 de ellos en pie.
Si os acercáis a esta zona del norte de Holanda, podéis visitar no solo un molino aún en funcionamiento, sino -y dentro del mismo- un molino dispuesto a contaros la historia de los molinos de esta región. Y, ¡ojo!, un atractivo de la visita es poder conocer a auténticos molineros que aquí son los guardianes de este oficio tan trascendental. El museo permanece abierto entre los meses de marzo y noviembre.
Molino de Valk
En la región de la Holanda Renania se encuentra Leiden, y Leiden es también una referencia, y una parada, si vamos siguiendo los molinos holandeses. Aquí está el llamado “De Valk”. Este molino tiene la peculiaridad, además, de ser la auténtica casa de un auténtico molinero.
Sus diferentes plantas nos permiten acercarnos a la actividad desarrollada por estos hombres, a su manera de vivir, a su manera de trabajar. Se conservan en diferentes utensilios y diversos objetos directamente relacionados con la vida en el interior del molino. Pero, además de esto, funciona también como un molino y funciona aún tan bien que incluso allí mismo podemos comprar una variedad de harina integral.
Molinos en Ámsterdam
Si lo que queremos es no dejar muy lejos Ámsterdam, será la propia ciudad entonces la encargada de contarnos la historia de los molinos. Varios son los molinos que nos ofrece, y un par de visitas las que, aprovechando la cercanía con la ciudad, son las que os vamos a ofrecer desde Buendía Tours. Vayamos por partes, primero los molinos:
Sloten Windmill
Este molino que lleva funcionando desde 1847 aún es el encargado de mantener seca la tierra del lugar y no sería raro, si decidís acercaros a visitarlo que, en función del día que sea, encontréis que aquí se está celebrando una boda.
De Gooyer
Es apetecible la visita a este molino al oeste de la ciudad, en su antiguo puerto, por el molino en sí y porque a su vera encontraremos la famosa cervecería Bronwerij't IT. Dejando la cervecería, de momento, De Gooyer es, sin duda, un molino muy importante porque es uno de los seis molinos de viento originales de la ciudad. Es un Monumento Nacional, pero no se puede visitar su interior... Claro que siempre, llegados a este momento, nos queda la visita a la cervecería
De Otter
Fue un molino en funcionamiento hasta el año 2006. Fue el crecimiento lógico de la ciudad el que, en este caso, impidió la llegada del viento necesario para que siguiera en uso. Fue un molino de viento muy importante en Ámsterdam, pues era el encargado de abastecer agua y energía nada menos que a 12 aserraderos. Labor imprescindible para la continuidad de una actividad fundamental. Es el molino más antiguo de Ámsterdam.
De 1200 Rue
Un molino del año 1632.
De Bloem
Conocido como el “molino de las flores” fue un molino dedicado a la harina. Hoy, reconvertido en la sede de una empresa. Pese a esta transformación, aún es un molino en funcionamiento que, además, puede visitarse en el Día Nacional de los Molinos.
Riekermolen
Data de 1636 y ayuda al drenaje de las 500 hectáreas del Buitenveldert.
D'almiral
De 1792 fue hecho en su momento para que en él se moliera caliza (para la fabricación de pinturas) y trass (para fabricar mortero). Buscando aquello que lo haga único, diremos que este molino es el único molino de caliza que se conserva.
De 1100 Rue
Es un molino también muy antiguo de Ámsterdam, data del año 1674.
Molinos cerca de Ámsterdam
Y, como lo prometido es deuda, y siguiendo el orden pendiente, después de estos molinos que Ámsterdam nos muestra, vamos a viajar a dos puntos cercanos a la ciudad y que además aportan su pequeña gran parte al capítulo de los molinos en la ciudad. Buendía Tours os propone ahora el viaje a dos lugares de postal:
Zaanse Schans
Zaanse Schans es un pueblo, sí, y es, también, un auténtico museo. Y es más, es un pueblo pensado y construido para ser una ventana por la que asomarse a la vida de los siglos XVII y XVIII. Un lujo del que disfrutar hoy, como si estuviéramos en el ayer. Para ello, hasta aquí viajaron en al año 1961 molinos y viviendas ubicados, hasta ese momento, en otros puntos de Zaan. Y esto se hizo así, precisamente, para conservar a la Holanda que los nuevos tiempos venían irremediablemente engullendo. Los molinos de Zaanse Schans están en muy buen estado de conservación lo que permiten una recreación muy nítida de las cosas y de las maneras de otras épocas. En el pueblo podremos ver:
- molinos de especies
- molinos de aserrar
- molinos de pintura
- molinos de harina
- molinos de aceite
Por lo tanto, además de la estampa bucólica y cautivadora que el pueblo en sí nos ofrece, en nuestra excursión, podemos disfrutar del molino “De Bleeke Dood” -en neerlandés, "la muerte pálida"- que es uno de los molinos más antiguos del país. Pese a ellos continúa moliendo grano y, de hecho, también vendiéndolo. Convive con este molino, el llamado “De Zoeker” -el molino del aceite-. Desde 1676 y hasta 1925 estuvo dedicado a moler semillas o frutos oleosos. Cuando una tormenta lo llevó al desastre, fue la asociación Zaanse Molen, una organización dedicada a la conservación y a la restauración de molinos, la que en 1968 le dio una nueva oportunidad. Este es uno de los molinos más antiguos del pueblo.
Los molinos aserraderos de este pueblo son, entre otros, De Gekroonde Poetenburg y el Het Jouge Schaap -en neerlandés, "la oveja joven"-. Este último es una réplica de un molino de 1680 y además, es una magnífica oportunidad de ver un auténtico proceso artesanal de hacer tablones de madera.
El molino de especias con el que cuenta el pueblo, se llama “De Huisman” y aún se mantiene y funciona como tal.
Molino Haarlem
Haarlem, a unos 20 kilómetros de Ámsterdam, es probablemente la gran olvidada del país. Y eso, aparte de una injusticia, es un gran desperdicio, pues no es precisamente falta de interés y falta de lugares interesantes lo que se da en este punto al noroeste del país. Desde Buendía intentaremos enmendar un poco la injusticia y aprovechar todo lo bueno que Haarlem nos ofrece. Siguiendo el viaje de los molinos en el que en esta ocasión nos hemos embarcado, en Haarlem está esperando el “Molino de Adriaan”.
Esta estructura, molía, en su origen en el año 1778, cemento. Pero las necesidades iban cambiando y las producciones se iban diversificando, así que, el molino fue adecuándose a unas y a otras pasando a moler toba, grano y tabaco.
El molino que podemos visitar en Haarlem, eso sí, es uno de los más jóvenes que vamos a encontrar, ya que tiene en torno a 15 años. Es, evidentemente, una copia del original, si bien es cierto que supo conservar la esencia y la tradición de esta parte de Holanda. Además, hay otro valor añadido en esta copia. Es fruto del empeño de la población, que, lejos de conformarse ante la tormenta y el incendio que lo asolaron, decidió desde el primer día en que el molino original tocó a su fin, empezar a reunir los fondos necesarios para no terminar por verlo reducido a la nada. 70 años, aproximadamente, tardaron en dar la recaudación por finalizada y en el año 2002, volvería el molino de Adriaan a ver la luz y desde ese instante vuelve a contar su historia y la de los molinos.
Si quieres descubrir pueblos típicos en Holanda como Zaanse Schans, acercarte a los molinos, conocer las casas de pescadores y las granjas de queso, mira las excursiones desde Ámsterdam que te hemos preparado desde Buendía Tours.