Países Bajos

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Ámsterdam

Día del Rey en Holanda

Desde 1885 se celebra en este país el cumpleaños del soberano holandés. Esta tradición la inició el rey Guillermo III de Orange-Nassau, quien comenzó a celebrar por todo lo alto, ya fuera del ámbito familiar, el cumpleaños de su hija, la entonces Princesa Guillermina de los Países Bajos, cada 31 de agosto. Se conocía entonces como el Día de la Princesa, pero tras heredar Guillermina la corona, se convierte en el Koninginnedag o Día de la Reina.

Luego sería su hija, la futura Reina Juliana, quién continuaría la tradición, salvo que cambiaría el día de la festividad a la fecha de la celebración de su nacimiento, el 30 de abril. Treinta y dos años más tarde, Juliana abdica en favor de su hija, Beatriz, quién decide mantener el Día de la Reina el 30 de abril en honor a su madre, ya que su propio cumpleaños era el 31 de enero, fechas poco propicias para celebraciones por tratarse de épocas invernales.

La Reina Beatriz quiso volver a homenajear a su madre renunciando al trono en la misma fecha que lo haría aquella, pero con el nuevo rey, el primer hombre después de tres generaciones de reinas, se vuelve a cambiar el día de esta celebración nacional. Con el Rey Guillermo Alejandro de los Países Bajos se elige el día de su cumpleaños, el 27 de abril, como nuevo día a marcar en el calendario de los holandeses.

En esta fecha tan señalada todo el mundo se viste de naranjasímbolo de la Casa Real de Orange-Nassau. Es curioso el hecho de que, en dicha fecha, no se requiera ningún tipo de permiso por parte de las autoridades para vender bienes, salvo alimentos y bebidas, por lo que todas las ciudades, Ámsterdam inclusive, se llenarán de mercadillos y puestecillos instalados por los propios vecinos en los que se vende todo tipo de artículos de segunda mano.

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Desde primeras horas de la mañana, los más pequeños inician la jornada, acercándose, principalmente, a espacios abiertos como el Vondelpark, en el que instalarán sus puestecillos desde los que venderán cualquier tipo de artículos que padres y familiares ayudaron a reunir para que los niños puedan ganarse sus primeras monedas. Serán ellos quienes atraerán a caminantes y curiosos para hacerles participar en todo tipo de juegos, a veces inventados por ellos mismos, en los que los mayores disfrutarán como niños a cambio de alguna propina.

Poco a poco, riadas de gente vestida de naranja irán inundando los muelles de los canales y plazas de Ámsterdam en un ambiente aún más festivo a cada minuto que pase. La música resonará en cada rincón, el agua de los canales quedará oculta por las barcas privadas alquiladas por grupos de amigos o compañeros de empresa con el único objetivo de pasarlo bien, disfrutar y compartir unos momentos únicos, no sin que algún que otro tropiezo acabe con alguno del grupo en las aguas de los canales.

Y si alguien es más de emociones un poco más fuertes, siempre puede acercarse a la Plaza Dam, donde la feria allí instalada pondrá a prueba el vértigo, la compostura y el saber estar de los que presumen aguantar todo tipo de emociones fuertes gracias a las distintas atracciones de feria.

En definitiva, es un día especial, en el que no solo el Rey festeja, todo el país y sus visitantes intentan disfrutar del día más animado y anaranjado del año. Solo hay que procurar no comprar demasiadas cosas en los mercadillos si luego no nos van a caber en la maleta, no caer en los canales, procurar pasárselo lo mejor posible y llevar (o comprar en cualquiera de los puestos) alguna prenda, peluca, guirnalda o sombrero naranja para no desentonar.

¡Feliz Día del Rey!