Países Bajos

Guia de viaje de

Ámsterdam

Casa de Ana Frank

Uno de los principales reclamos de Ámsterdam es un museo que anualmente recibe más de un millón de visitantes. La Casa Museo de Ana Frank nace con la finalidad de convertirse en el recordatorio de lo que sus paredes escondieron. Si bien su fachada aparentaba ser una pequeña empresa dedicada a la producción y venta de pectina y especias, lo cierto es que la parte trasera del edificio se había convertido durante la II Guerra Mundial en el escondite de ocho personas y, entre ellas, el de Ana Frank.

Retrato de Ana Frank.

Quién fue Ana Frank: su historia

Para entender la importancia que tiene este lugar y su relevancia para la historia mundial, es necesario conocer brevemente quién fue esta niña.

Nace en 1929 en Alemania, con ascendencia judía, su familia era progresista, es decir, eran judíos reformistas. Mantenían las tradiciones de la fe judía pero no vivían ceñidos a los preceptos. Con la llegada de Hitler al poder, Otto Frank, padre de Ana, se exilió en Ámsterdam cuando se imaginó lo que podría pasarles si se quedaban en Alemania, y montó una sucursal de la empresa alemana Opekta. En 1934, Edith Frank, su mujer, se traslada allí con sus dos hijas, Ana y Margot. Con el paso de los años y, sobre todo, tras la ocupación nazi de los Países Bajos, aumentan las leyes anti-judíos y se les comienzan a limitar sus derechos y libertades: las niñas tuvieron que cambiar de escuela para acudir a una solo para judíos, tenían prohibido acudir al cine, tenían que acudir para ser registrados, y se les obligó a llevar puesta la estrella de David, con el objetivo de marcar y poder identificar a los judíos.  Cuando cumple 13 años, en 1942, sus padres le regalan a Ana un diario para sus anotaciones, lo que ella no sabía es que este iba a pasar a la historia.

El edificio en el que estaba ubicada la empresa de Otto, el 263 de Prinsengracht, tenía en la parte trasera una pequeña casa de unos 50 metros cuadrados, separada en 3 plantas. Ahí preparó Otto un escondite en caso de ser necesario por si la situación empeoraba y pidió a sus colaboradores y a su secretaria Miep Gies ayuda para poder sobrevivir dentro de la casa trasera sin ser descubiertos. Estos, a pesar del riesgo que suponía ser descubiertos, aceptaron la petición. El 6 de julio de 1942, toda la familia Frank se vio obligada a poner rumbo al escondite. A ellos se unieron el dentista Fritz Pfeffer y la familia van Pels, formada por Hermann, Auguste y su hijo, Peter. Al principio esperaban no tener que estar más de un par de semanas escondidos en la casa trasera, pero finalmente fueron dos años y un mes. Durante este tiempo, Miep Gies les llevaba alimentos y noticias de guerra, que cada vez eran más preocupantes.

El 4 de agosto de 1944 Ana y todos los que estaban escondidos en el número 263 fueron descubiertos y arrestados por la policía alemana junto con agentes holandeses tras ser delatada la ubicación de la familia. Los escondidos fueron llevados a Westerbork y, más tarde, a Auschwitz. Todos ellos, excepto Otto Frank, perecerían por distintas causas: cámara de gas (Hermann van Pels), marcha forzada (Peter van Pels), inanición (Edith Frank), de agotamiento en campos de concentración (Auguste van Pels y Fritz Pfeffer). Ana Frank moriría en el campo de concentración de Bergen-Belsen poco después que su hermana, ambas enfermas de tifus, en marzo de 1945. Justamente, solo un mes antes de que el campo de concentración fuese liberado por las tropas británicas, el 15 de abril de 1945.

El Diario de Ana Frank

Durante los dos años de reclusión, Ana aprovechó para leer muchos libros, que le ayudaron a mejorar su estilo y escritura. Escribía todos los días sobre cómo era la vida en el escondite: los problemas que iban surgiendo, los roces con sus padres, especialmente con su madre, sus sentimientos hacia Peter van Pels (con el que tuvo una pequeña relación amorosa), escribía sobre la guerra, sobre las recompensas que había puesto el régimen por delatar a judíos y sobre sus esperanzas de algún día salir de allí.

Ana escribía en su diario como si se tratase de cartas enviadas a su amiga Kitty en las que poco a poco iba informando del aumento de la persecución nazi, de sus preocupaciones, sus deseos, la complicada relación que mantenía con su madre o con el dentista Fritz, o incluso su cada vez mayor interés hacia el hijo de la familia van Pels, Peter.

Este libro no nos habla solo de la dramática evolución de la guerra, ni de la relación de la pequeña Ana con sus compañeros de refugio; nos muestra la prematura madurez de una joven adquirida en unas circunstancias traumáticas, en un espacio reducido compartido con varias personas.

Cuando la familia Frank ya había sido arrestada, Miep Gies entra en el escondite y recupera los escritos de Ana, entre los que encuentra su diario. En 1945, Miep Gies le entrega el cuaderno a Otto Frank cuando es liberado del campo de concentración. Después de editar el diario de su hija, decide publicarlo. Dos años más tarde, se hace realidad: el Diario de Ana Frank es publicado. El objetivo que Otto Frank perseguía con ello era dar a conocer la historia de la adolescente y las penurias y momentos duros que tuvieron que pasar todos los que durante los dos años permanecieron escondidos de los nazis en "la casa de atrás".

A día de hoy, el Diario de Ana Frank ha sido traducido a más de 70 idiomas y se han vendido más de 30 millones de ejemplares en todo el mundo.

Recorre la vida de Ana Frank.

De refugio a Casa Museo de Ana Frank

En mayo de 1957 se constituyó la Fundación Ana Frank con el objetivo de salvar el edificio en el que se encontraba el escondite, denominado “La casa de atrás”, de la demolición. Tras una numerosa recogida de firmas, se logró salvar el edificio y fue adquirido por la Fundación para ser convertido en museo. También, gracias, en gran medida, al esfuerzo de Otto Frank, el 3 de mayo de 1960, el museo de la casa de Ana Frank abrió sus puertas para enseñarle al visitante distintas salas, como las oficinas de la empresa Opekta del padre de Ana Frank, así como las habitaciones donde el grupo de judíos se ocultó, tapando la puerta de entrada del refugio con una simple estantería. También numerosas salas dedicadas al diario de Ana Frank o a los cuentos que igualmente había redactado, así como un repaso a la persecución de la comunidad judía llevada a cabo por los nazis durante la II Guerra Mundial. Allí se conserva el diario original de Ana al igual que objetos personales de los que allí estuvieron escondidos durante algo más de dos años. A día de hoy, es una de las principales atracciones turísticas de los Países Bajos con más de un millón de visitantes cada año.

Nuestra recomendación si queréis visitar La Casa de Ana Frank con niños es omitir las proyecciones de imágenes que se emiten al inicio de la visita sobre los campos de concentración, ya que son muy duras. Durante el resto del recorrido, basta con que los niños conozcan las premisas de la historia que allí se cuenta.

Desde Buendía nunca queremos dejar pasar de largo la oportunidad de advertiros de cosas interesantes, que, en ocasiones, pasan desapercibidas. Por ello, si visitáis la Casa de Ana Frank u os dejáis caer por la zona, a la salida, podéis continuar por la orilla del canal Prinsengracht hacia el sur. A unos 100 metros, se encuentra la plaza Westermarkt, donde está ubicada una pequeña escultura dedicada a Ana Frank.

Qué ver en la Casa de Ana Frank

Sin duda, la visita a la casa de Ana Frank es una de las más emotivas que pueden hacerse. Triste incluso, pero necesaria. La casa que hoy vemos, a punto estuvo de ser derruida a mediados de los 50, pero la providencial e insistente acción en contra de un periódico local evitó el derribo. 

En nuestra visita a La Casa de atrás, podremos acceder al escondite por el mismo sitio por el que en su día lo hicieron los ocho escondidos. Es la entrada para ver la casa de Ana Frank por dentro. El acceso a este anexo se hizo a través de una estantería que giraba y mostraba la entrada como os mostramos en la foto más arriba.

Después de que los nazis descubrieran el escondite, requisaron todo lo que había en las habitaciones. No obstante, las personas que les venían prestando ayuda, consiguieron rescatar algunos muebles, objetos y documentos, incluido el diario de Ana Frank, la pequeña de la familia. Durante la visita, recorreremos las habitaciones que acogieron a aquellos forzosos habitantes, veremos varias de las fotos con las que la propia Ana Frank adornó su improvisada casa y nos acercaremos un poco a los años de aquellas familias en aquel minúsculo espacio. Sobre las fotos son varias las historias que hay: Ana Frank era una gran aficionada a decorar las paredes de sus habitaciones con fotos. Tanto era así que cuando tuvo que vivir en ese encierro, siguió con esa costumbre, pero es más, a lo largo de los años de visita al museo, varias fueron las personas que identificaron en esas fotografías su propio retrato de niños (una bailarina del momento, la niña que ilustró un artículo sobre psicología infantil...). Varias exposiciones, proyecciones de vídeo, nos ayudarán a regresar a aquellos años e intentar entender la historia que, desafortunadamente, le tocó escribir.

Diario de Ana Frank.

Rumbo a la salida hay una habitación que os aconsejamos no dejar de visitar, pues es aquí donde se exhibe el diario original de Ana Frank, el que guardan después del descubrimiento del refugio, conservan y le entregan a Otto Frank a su vuelta a Ámsterdam. Evidentemente, el diario se conserva tras unos cristales, pero no deja de ser algo, especialmente emocionante y emotivo, tener ante nosotros el tesoro que nos ha dejado Ana Frank en la tierra. Para acercaros mucho más a todo lo que os va a rodear y a todo lo que vais a ver, no podemos dejar de recomendaros encarecidamente que leáis el libro “El diario de Ana Frank”.

Ya en la planta baja, encontraréis el “Free2choose”, una estancia en la que se exponen vídeos sobre la libertad de expresión, la tolerancia, el racismo. No olvidemos que el Museo de Ana Frank hay que recorrerlo no solo desde la perspectiva del que escucha una historia, sino desde el punto de vista de quien quiere sacar una valiosa enseñanza de los terribles errores cometidos.

"La Casa de delante" junto a la mencionada “Casa de atrás”, que era, en aquellos tiempos, donde trabajaban los protectores de los escondidos y donde, en su momento, estuvo el despacho de Otto Frank, mantiene el aspecto original del período en que los Frank estuvieron escondidos.

Datos interesantes

El museo de la casa de Ana Frank es uno de los más frecuentados del mundo, con más de un millón de visitantes al año, por lo que te recomendamos comprar la entrada por internet, ya que, muy probablemente, la cola para entrar sea de más de una hora, sin importar la época del año o el tiempo que haga. De esta manera, te evitarás la cola y podrás dedicar más tiempo a visitar el resto de la ciudad.

También te recomendamos seguir por la orilla del canal Prinsengracht hacia el sur, a unos 100 metros encontrarás la plaza Westermarkt, donde se ubica una pequeña escultura dedicada a Ana Frank.

Visita la Casa de Ana Frank con niños

Que la Casa de Ana Frank sea un Museo que ofrece grandes lecciones de historia y de la vida, no quiere decir que quizá sea adecuada para todos los niños. No en vano, se trata de uno de los períodos más crueles y tristes de la historia. Pero los más pequeños tampoco pueden quedar al margen de las cosas que sucedieron. Sí que es bueno, quizá, que tengáis en cuenta que una de las primeras proyecciones que se emiten al empezar el recorrido por el Museo de Ana Frank, es sobre campos de concentración. Por lo que, ante la dureza de las imágenes sería conveniente saltarse esa parte de la proyección. Durante el resto del recorrido, bastará con que los niños conozcan las premisas de la historia que allí se cuenta, que sean conscientes en la medida de sus posibilidades de lo que sucede y que nosotros, por nuestra parte, estemos preparados para la gran batería de preguntas que probablemente se les ocurra durante y después de la visita.

Ubicación de la Casa de Ana Frank en Ámsterdam

Detalles

    Horario

     

    • Todos los días de 9:00 a 22:00 h 

    Precio

    • Adultos: 16 €
    • Menores de 10 a 17 años y Carnet Joven: 7 €
    • Menores hasta 9 años: 1 €

    *Si eres estudiante o posees la I Amsterdam Card, no se te aplicará ningún descuento

    *Es necesario realizar el pago de la entrada mediante tarjeta de débito o crédito

    Accesibilidad

    • Debido a la arquitectura original de la casa -con angostas y empinadas escaleras-, los visitantes en sillas de ruedas solo pueden visitar la parte moderna del museo

Cómo llegar a la Casa de Ana Frank

    Bus

    • Parada: Westermarkt

    Tranvía

    • Parada: Westermarkt