Arco de Constantino

Flavio Valerio Aurelio Constantino, conocido como Constantino I o Constantino El Grande, fue transcendental en la historia de Roma, para el futuro de Roma y también para el cristianismo. Tras la batalla de Puente Milvio, puso fin a la persecución a los cristianos y tras vencer a Majencio, emperador romano, Constantino volvió a convertir Roma en un grandioso territorio y, lo que fue más importante, trajo de nuevo la paz y el orden.

Fue precisamente para conmemorar el triunfo de Constantino en el Puente Milvio para lo que se erigió en el año 315 el Arco de Constantino. Y sigue siendo este Arco el que nos cuenta los decisivos capítulos que ocurrieron bajo aquel mandato y en aquella época. Este arco es uno de los pocos de la historia de Roma que ha llegado hasta nuestros días, los otros dos son el arco de Tito y el de Septimio Severo, ubicados en el Foro Romano. 

Una de las curiosidades de este Arco del Triunfo de Constantino es que según sus insignias y referencias no guarda relación con la religión o el cristianismo, pues en el momento de su construcción, Constantino tampoco se había manifestado acerca del tema. Se restauró por primera vez en el siglo XVIII y las últimas excavaciones se llevaron a cabo alrededor de los 90.

Con sus más de 1700 años de vida, se trata del más moderno de los arcos del triunfo que hubo en la antigua Roma. Con sus 21 metros de altura y 25 de anchura, está compuesto por tres arcos: uno más grande en el centro y dos más pequeños en los lados. La parte superior, conocida como ático, está hecha a base de ladrillo pero rematada con mármol. En su relieve podemos ver diferentes acontecimientos de la historia de Roma, como, por ejemplo, a Marco Aurelio repartiendo comida entre los pobres y la victoria de Trajano contra los Dacios.