Panteón de Agripa

Fue el general Marco Agripa, en el 27 a.C., quien mandó construir el primer Panteón en memoria de su amigo y primer emperador de Roma: César Augusto. Del incendio que lo destruyó casi por completo en el año 80, solo se salvó el pórtico, que sirvió para cimentar el nuevo panteón que se levantó.

En sus orígenes, era un templo dedicado al Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, y Saturno, las 7 divinidades de la mitología romana. Su finalidad era unir al hombre con los dioses, y en especial al emperador. Es una historia larga, que cruza siglos y que vio las historias de esos mismos siglos.

Cúpula del Panteón de Agripa

Sin duda una de las cosas más emocionantes a las que nos enfrentamos en esta visita de Roma, es su cúpula. La cúpula del Panteón de Roma es la mayor cúpula de hormigón en masa de la historia, tiene un diámetro de 43,44 m, pesa 4.535 toneladas y fue realizada sin una armadura de acero en su interior. Es mayor que la de la Basílica de San Pedro porque Miguel Ángel así lo quiso. De hecho, tuvieron que pasar más de 1300 años para que Brunelleschi construyera la cúpula de Santa María dei Fiori, el Duomo de Florencia, y la superara por poco.

El óculo es la puerta celeste que comunica este mundo con el de los dioses. Su abertura en el centro para dejar pasar la luz, que ilumina todo el edificio, ha cautivado a todo el que lo ha visto in situ. Este hito en la ingeniería mundial es la razón de ser del Panteón de Agripa. La solución de Apolodoro de Damasco fue hacer ábsides interiores, con una técnica de hormigón que a la postre ha sido uno de los recursos más estudiados y admirados por genios, ingenieros y arquitectos de renombre por toda la historia.

Popularmente, al Panteón de Roma se le conoce como La Rotonda, de ahí el nombre de la plaza en que se ubica. En esta plaza hay una preciosa fuente, la Fuente del Delfín, diseñada por Giacomo della Porta en 1575. Años más tarde, sobre la fuente se colocó un obelisco de granito rojo coronado por una estrella, erigido en el reinado de Ramsés II.

La plaza siempre está repleta de turistas pululando alrededor del edificio, pero también tomando el vermut –el Spritz es religión en Italia-, tomando un gelato artesanal con los artistas de callejeros de fondo, o con una cena romántica en alguna de las terrazas que alberga la Piazza de la Rotonda.