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Guia de viaje de

Roma

Plaza de San Pedro

En la ciudad del Vaticano todo es excepcional y magnífico. La Plaza de San Pedro es como el Vaticano: excepcional y magnífica, y es que no deja de ser extraordinario que en el estado más pequeño del mundo este una de las plazas más impresionantes del mundo y que se encuentre, en este estado tan pequeño y peculiar, una de las plazas más hermosas del mundo.

Recorriendo el Vaticano y dirigiéndonos hacia la Basílica, tendremos la fortuna de pasear por la Plaza de San Pedro y sentiremos el inmenso lujo de sentirnos así, excepcionales y magníficos. Si la quieres descubrir con nosotros, en nuestro Free Tour Roma barroca la recorremos y te contamos toda su historia y secretos.

Historia de la Plaza de San Pedro

Aunque en el Vaticano existía ya la Basílica de San Pedro, su construcción se inició el 18 de abril de 1506, la construcción de la plaza llega más tarde al lugar pues no será hasta el período que cubre los años 1656 y 1667. En la historia de la Plaza de San Pedro hay dos nombres propios. Por un lado, el Papa Alejandro VI (todo en el Vaticano, ya sabéis, es o por un Papa o en contra de un Papa) y, por otro lado, el artista del momento, Gian Lorenzo Bernini. Comenzamos la historia de la Plaza de San Pedro hablando de estos dos hombres porque su historia es tanto como la historia de su construcción. Porque no fue fácil, porque requirió de los mejores esfuerzos y también de los mejores talentos y porque la sensación de sobrecogimientos y de asombro cuando recorremos la Plaza de San Pedro es fruto de esa historia y de esos talentos.

Cuando el Papa encarga la construcción de la plaza, Bernini se encuentra, por un lado, con la presencia del obelisco egipcio, que no se iba a tocar, con la existencia de edificios, que tampoco se iban a demoler y con la presencia, ya imponente y soberana de la Basílica de San Pedro. La genial manera de Bernini salva todos esos obstáculos sacándose de la manga su imponente columnata y haciendo que, desde entonces, la historia de la Plaza de San Pedro se contiene en los elementos que la conforman. Pasear por ella y acercarse a cada uno de ellos, es una de la manera más fiable que conocemos de acercarnos a la verdad de este lugar.

Arquitectura de la Plaza de San Pedro

Solo como apunte y con la pequeña intención de acercarnos un poco al diseño de tan magnífico sitio, nos gustaría detenernos un momento, y en primer lugar, en la forma de esta plaza. La plaza, en realidad, fue pensada con dos espacios diferentes y así se construyó, con un espacio trapezoidal y con otro elíptico. Dentro de sus elementos arquitectónicos, o dentro de los datos que silbarán en nuestra dirección, son las dimensiones de la plaza. Es inmensa, y no solamente es inmensa porque lo parezca sino que es inmensa porque lo es. Para intentar ser todo lo justos que la construcción de Bernini requiere, diremos que la Plaza de San Pedro es una de las plazas más grandes del mundo, sus 340 por 240 metros así lo dejan firmado...no olvidemos que estaba pensada para dar cabida a toda la fe de la cristiandad, y eso era, realmente, mucha fe.

Y ya como último dato, queremos anunciar los elementos que destacan es esta plaza y que son, ya de por sí, paradas y visitas obligadas en la visita:

  • las columnas de la Plaza de San Pedro, y
  • el obelisco egipcio de la Plaza de San Pedro

La Columnata

Las columnas de la Plaza de San Pedro no son únicamente unas columnas que cumplan una función estructural ni son unas columnas que estén ahí puestas como mero adorno. Ni siquiera se puede decir de ellas que tengan ambas funciones (aunque sin duda alguna y de manera más que sobrada cumplen con las dos). Las columnas de la Plaza de San Pedro pasan a la historia y llegan a nuestros días con el nombre de la Columnata de Bernini. Estaba claro que el genio tenía que quedar unido de alguna manera a la genialidad.

Las columnas rodean la plaza central, realmente es como si abrazaran la entrada a la Basílica de San Pedro y, os prometemos que es algo maravilloso. Son cuatro filas de columnas, 284 columnas y 88 pilares. Si nos ponemos técnicos, cabría aquí decir, que las columnas tiene capiteles dóricos y que se hicieron de mármol y piedra.

Sobre las columnas son muchas las figuras que se encargan de custodiar tan codiciado lugar: 140 estatuas de 3,2 metros de altura cada una, de santos y vírgenes, de doctores de la iglesia, de mártires... todas ellas se empezaron a esculpir en torno al año 1670 y no fue en este caso, Bernini quien lo hizo sino sus discípulos.

Y si nos alejamos de la parte técnica a la que llama esta columnata, caemos en la parte más secreta, más misteriosa y más mágica a la que llama todo el conjunto del Vaticano y a la que, tanto la Basílica como la Plaza de San Pedro no podían ser ajenos. Este punto se marca en el suelo de la plaza con un círculo de mármol negro. Es un punto casi icónico, es un punto en el que se puede ver la alineación de las columnas. Este es un punto desde el que hace su truco de magia la plaza. Usando un efecto óptico de la perspectiva, desde aquí, ¡Abracadabra!, las cuatro filas de columnas se vuelven una sola.

El Obelisco de la Plaza de San Pedro

El otro gran protagonista de la Plaza San Pedro es el obelisco. Si será protagonista que este obelisco ya estaba esperando a la plaza antes incluso de que está tuviera forma. Como parecían destinados a encontrarse, juntos continuaron la historia, y juntos siguen hasta hoy.

Aunque forma parte del Vaticano tanto casi como su primera piedra, lo cierto es que el obelisco es de origen egipcio. No podemos decir que su llegada a la ciudad eterna haya sido fruto de una gran hazaña, aunque eso, a estas alturas, es más que probable que de igual. Es fruto más bien de los dueños de aquel mundo, que en aquel momento no eran otros que los romanos. Pues bien, en sus andanzas y des andanzas por el mundo, los romanos descubren los obeliscos, y descubren que son unas construcciones majestuosas que quedarían estupendamente en Roma (entre otros lugares). Tanto lo creen, que los cogen y se los llevan.

El obelisco de la Plaza San Pedro tuvo como primer destino el circo del emperador Calígula. Siglos, muchos siglos más tarde, es el Papa Sixto V quien reclama este obelisco para la plaza, pues era grande la leyenda que corría por la ciudad contando que a los pies de ese coloso fue donde sufrió tormento y donde encontró la muerte, el apóstol Pedro. Y tras una gran empresa, y nada fácil todo sea dicho de paso, a la que se sumaron cientos de hombres, muchísimos caballos e infinitos metros de cuerda (el obelisco de que hablamos pesa más de 800 toneladas), el obelisco llega al fin a la plaza.

Hay otra manera de referirse al obelisco: el Testigo Mudo. Testigo mudo del martirio del santo y testigo mudo de su origen, pues es un obelisco que, a diferencia de otros, no tiene inscripciones o dibujos tallados que hablen de él.

Fuentes de la Plaza de San Pedro

A cada lado de la Plaza de San Pedro, en línea recta con el Obelisco, hay dos fuentes gemelas. La Fuente Antigua o Fuente de Maderno está situada en el lado norte y su escultor fue Maderno en 1501. En 1667 se cambió su ubicación a la actual para que los monumentos siguieran una simetría. Bernini, diez años más tarde, construyó en el lado opuesto una fuente igual a la de Maderno, que es conocida como la Fuente Berniniana


La Plaza de San Pedro se hizo para dar cobijo a la fe del mundo, para ser lugar en el que cupieran las almas, para ser el entorno en que se encontraran esas respuestas que a veces, atormentan. Y tal se pensó, tal se hizo, tal se mantuvo y tal llegó a nuestros días. El recorrido por la Plaza de San Pedro es una visita imprescindible de Roma, no se puede pasar unos días en la ciudad eterna sin disfrutar unas horas de este maravilloso sitio. Ya no es el entorno de la plaza, ¿qué podemos decir de la Basílica de San Pedro? Creednos si os decimos que es la Plaza de San Pedro en sí, el lugar en sí, los rincones de la plaza en sí.

Ubicación de la Plaza de San Pedro

Cómo llegar a la Plaza de San Pedro

    Metro

    • Parada: Ottaviano