Basílica de San Pedro
La Basílica de San Pedro de Roma es la iglesia más magnífica, más imponente y más emblemática de la cristiandad, de toda la cristiandad, un lugar que no solo fue, sino que es, y muy muy probablemente, siga siendo, un foco de poder, de magnificencia, de recogimiento y de arte.
En Buendía Tours os acompañamos hoy a la Basílica de San Pedro en Roma, seguros de que disfrutaréis de esta visita imprescindible a la ciudad de Roma. Descubre la Basílica de San Pedro en Roma junto a la Capilla Sixtina y Museos Vaticanos en una de nuestras visitas guiadas por el Vaticano.
Historia de la Basílica de San Pedro
Ya tuvimos una ocasión excepcional, hablando de la Ciudad del Vaticano, que la historia de la Basílica está irremediablemente unida a la historia del apóstol San Pedro, a la muerte del apóstol, de definitiva, al primer papa. Antes del entierro del mártir, la zona era poco más o menos una zona de cultivo que Agripina legó a su hijo, Calígula. Aquí se levantó un circo que durante décadas sirvió para la muerte de miles de cristianos. A la vera de este circo el cementerio iba creciendo, la leyenda daba pasos de gigante y muchos querían reposar donde el valiente Pedro. Constantino levanta el veto y la persecución a los cristianos y, como manera de enmienda, o como forma de comenzar de nuevo, levanta en la zona una Basílica cuyo altar, cuenta de nuevo la leyenda, estaba encima de los restos del apóstol. La Basílica de San Pedro llega al mundo, aproximadamente en el año 318.
El lugar poco a poco fue levantándose como epicentro de la cristiandad. Los ojos y las almas de los cristianos se posaban (y aún se posan) en esta explanada, tal como si aquí estuviera el consuelo a todos sus males. Como todo camino ascendente que se precie de serlo, hay un punto álgido, en el año 1300 cuando Bonifacio VIII, instaura y proclama la indulgencia total, el absoluto perdón de los pecados a cambio de una visita a la Basílica de San Pedro. Los jubileos habían hecho su aparición en escena, y lo hicieron para no marcharse más.
Aunque cueste creer, Roma pasó una época grave, asolada por las pestes y las enfermedades, diezmada por las guerras entre los clanes... Todo esto y más lleva a la Basílica una suerte de abandono, de deterioro, aunque mantenía su poder, la Basílica perdía su brillo. Sin embargo son estos años turbios y difíciles de los que arranca la Basílica que llegó a nuestros días, la nueva Basílica...
La Nueva Basílica de San Pedro
Demolición, dijo el Papa Julio II. Sacrilegio, gritó Roma. Y contuvo la respiración. Pues fue la demolición.
Julio II, Giuliano della Rovere, o el Papa Guerrero, empieza su papado con la intención de levantar una Basílica mayor, más gloriosa, más poderosa. Es sin duda una decisión controvertida, temeraria, cuestionada y vanidosa, pues hay quien dice que no solo buscaba alabar a Dios, sino que los hombres le alabaran a él. Por lo que fuera o fuese la Basílica que levantó Constantino, es demolida. Parecía el fin del símbolo más estable y firme del cristianismo, pero el Papa tenía pensado un símbolo que brillara más y que llegara más lejos.
Al final la demolición no fue el sacrilegio temido, pero no se pudo evitar el triste peregrinar por el que la Basílica de San Pedro de Roma pasa en este camino, pues se construían la nueva conforme se iba demoliendo la vieja así que durante una eternidad el símbolo del cristianismo era una explanada medio derruida, sucia y sin rastro de gloria. Ni que decir tiene que en estas obras de demolición, los restos de los papas y de los santos que estaban allí enterrados iban saliendo al sol dándole al conjunto, aún más si cabe, un aspecto fantasmagórico. De todo lo dicho, es importante que nos quedemos con la idea de que el símbolo del cristianismo “parecía”, porque en este proyecto de la nueva Basílica estaban trabajando Bramante, Miguel Ángel, Bernini y después de estos (el proyecto fue más largo que muchas vidas) llegaron Rafael,Antonio Sangallo el Viejo, Giacomo della Porta, Domenico Fontana...el brillo quizá tardó en llegar de nuevo, pero cuando lo hizo amenazó con cegar a quien lo mirara fijamente.
El trazado de Julio II de esta nueva Basílica de San Pedro en Roma, comenzó el 18 de abril de 1506 y se acabó en el año 1626, bajo el mandato del Papa Urbano VIII. Entre estas dos fechas, proyectos inacabados y olvidados, problemas económicos para la financiación de las obras y por la financiación de las obras, mandatos papales desastrosos, campañas en medio de todo esto contra la Iglesia (especialmente virulenta y dañina, claro que exitosa al tiempo para su autor, fue la llevada a cabo por Lutero), asedios y asaltos a la ciudad de Roma...un sin fin de dificultades que con lo único con lo que no pudieron acabar, fue con el destino último de la Basílica de San Pedro: ser el eterno faro de la Iglesia.
Arquitectura de la Basílica de San Pedro en Roma
Ahondar en la arquitectura de la Basílica de San Pedro, es una tarea ardua, extrema y reservada, sin duda, a quienes la puedan acometer. Pero podemos acercarnos a pequeños datos y a grandes líneas que nos ayuden a dibujar el magnífico edificio que tenemos delante.
Las dimensiones de la Basílica, siquiera en papel, ya son impactantes:
- 212 metros de largo por 140 de ancho por 133 de altura en la cúpula;
- la nave mide 218 metros;
- la fachada principal son 114 metros de ancho por 47 de alto;
- el total de la superficie es de 21.477 metros cuadrados;
- la capacidad de la Basílica de San Pedro es para 20.000 personas;
- ningún otro templo en el mundo tiene esta extensión
Semejante edificio pasó por la mano de diferentes arquitectos y de varios artistas, unos fueron quienes iniciaron el proyecto y otros quienes lo continuaron. Hablamos, por ejemplo de:
- Gian Lorenzo Bernini, como autor de la Piazza San Pedro
- Donato Bramante y, dando continuación a su trabajo, Sangalo, Giuliano y Rafael, en el Templo de San Pedro;
- Michelangelo Buonarroti, Miguel Ángel, es el eterno autor de la cúpula de San Pedro.
- Carlo Maderno trabajó en la nave y en la fachada
La Basílica, al menos dicho en término generales tiene una planta de cruz latina. Y, casi como no podía ser de otra manera, lo primero que nos recibe y en primer instante en el que nos vamos a detener, es la fachada de la Basílica de San Pedro. Es obra de Carlo Maderno que la comenzó en el año 1614. Al igual que ocurre en la Piazza San Pedro, lo que nos llama la atención de manera relevante son las columnas de la fachada, son de estilo corintio en este caso y sobre ellas descansa un frontón que sostiene 13 estatuas. En el medio de las estatuas el Redentor.
Bajo todo esto, en un orden inferior, encontramos uno de los elementos más mediáticos de esta fachada. Es este nivel, por debajo de las columnas, hay nueve ventanas, una de ellas, la que está en el centro es la que se llama la “loggia de las bendiciones” y es el elemento mediático al que nos referíamos, pues desde este balcón reparte el Papa su bendición “Urbi et Orbe” (a la ciudad y al mundo) y lo hace tras su elección, en Navidad y en Pascua.
El pórtico de la Basílica, que es el nivel más inferior, el que está a pie de calle y el que nos permitirá la entrada a ella, está compuesto por cinco entradas. A la derecha podemos apreciar la estatua ecuestre de Constantino y a la izquierda la de Carlomagno. Como todo en la Basílica de San Pedro parecer querer contar su propia historia, en este pórtico esa intención no iba a ser menos. De las cinco puertas, una de ellas, la de la derecha, la llamada Puerta Santa, permanece cerrada hasta el año jubilar. En esas ocasiones el Papa la abre, golpeado la misma con un martillo, pronunciando las siguientes palabras; “Aperite mihi portas justitiae, ingressus in eas confitebor Domino (abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor).
Cúpula de la Basílica de San Pedro
Si hay un elemento que destaca en el conjunto de la Basílica, en su arquitectura y en el cielo de la ciudad de Roma, es sin duda la cúpula. Es una de las partes más conocidas, más admiradas y más recorridas de la Basílica y al emprender ese viaje será el camino de la cúpula quien os enseñe el motivo de todo esto. Es una de las obras maestras de la arquitectura renacentista del cinquecento y también una de las grandes obras de un genio, un genio al que llamaron Michelangelo Buonarroti y al que la historia conoce como Miguel Angel.
El ascenso a la cúpula es uno de los atractivos más destacables de la visita a la Basílica de San Pedro, su subida tiene visitantes por millares. El precio es de 8 € si decidimos coger el ascensor y subir a pie los 320 escalones restantes y 6 € si nos animamos con los 551 escalones. Tanto si somos aprensivos a alturas a espacios angostos o si tenemos serios problemas de movilidad, es aconsejable replantearnos la subida, la Basílica se disfruta igual sin necesidad de añadir percances o situaciones incómodas o peligrosas.
Ir ascendiendo el camino de la cúpula nos va a permitir ver la Basílica desde la parte alta y acercarnos al interior de la cúpula como desde ningún otro lugar, los mosaicos, las inscripciones nunca estarán tan a la vista. Tras la ascensión del último tramo, las vistas de la ciudad de Roma son la recompensa. Se ve la Basílica, los Jardines del Vaticano y los museos vaticanos .Miguel Ángel, pese a vivir hasta los 89 años, no vio el trabajo finalizado, a su muerte, Giacomo Della Porta y Domenico Fontana (que es quien realmente coloca la linterna de la cúpula) son los encargados de finalizar el trabajo.
Interior de la Basílica de San Pedro
Recorrer el interior de la Basílica de San Pedro es un auténtico viaje en busca del tesoro. Las dimensiones son impactantes, así que no nos va a costar convenceros que es imposible narrar en estas letras lo que veréis. Esperamos que sea igual de fácil convenceros de que lo que vais a ver son auténticas obras dignas de viajar solo por verlas. Vamos a dar solo un breve, breve, brevísimo recorrido por el interior de la Basílica.
El Baldaquino de San Pedro es una de las paradas. Es una escultura de Bernini, del siglo XVII y es ese Baldaquino el que señala el lugar en el que, según la leyenda, está enterrado el apóstol Pedro. Es casi imposible, siendo mortal, pensar que de un bloque de mármol, por más que el mármol sea de Carrara, salga una obra como La Piedad. Pero Miguel Ángel parecía tener más de divinidad que de humanidad, por lo que él tenía que ser quien dejara esa obra para la admiración del mundo. Está en la primera capilla de la derecha.
En el pavimento de la Basílica, como dato curioso, o como recordatorio vanidoso, están inscritas las longitudes de las iglesias más grandes del mundo. Si, la Basílica de San Pedro es la iglesia más grande del mundo. Otra estatua de interés es la llamada estatua El Pescador, que es una estatua en bronce de San Pedro. Se dice, aunque los datos son inciertos, que es obra de Arnolfo di Cambio.
Los pilares de las reliquias son otro de los conjuntos antes los que detenerse. Son cuatro pilares que sostienen la cúpula y que señalan la entrada de cuatro capillas, en las que se conservaron cuatro reliquias: La Verónica, señala la reliquia del velo en el que quedó impreso el rostro de Cristo al descolgarlo de la Cruz; Santa Elena, y la reliquia de la vera cruz; Longino, legionario que atravesó el costado de Cristo, y la reliquia de la punta de la lanza y San Andrés, y la reliquia de su cabeza decapitada. Las tres que se conservan en la Basílica están en la capilla de la Verónica. Puro arte. Pura historia. Pura leyenda.
El monumento a Pablo III y su “rival” el monumento a Urbano VIII. Indispensable en el viaje a Roma es la Basílica de San Pedro. Indispensable en la Basílica de San Pedro, es recorrer su interior.
Ubicación de la Basílica de San Pedro
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Basílica de San Pedro
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Piazza San Pietro
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Detalles
- 7:00 a 18:30 h - Octubre a Marzo
- 7:00 a 19:00 h - Abril a Septiembre
- Gratis
Horario
*La cúpula abre una hora antes y cierra una hora después.
Precio
Cómo llegar a la Basílica de San Pedro
- Paradas: Ottaviano y Cipro
- Paradas: V.Le Vaticano/Pisani y Clivo M.Vaticane
- Parada: Piazza Risorgimento