Franconato de Brujas

La plaza del Burg, centro político y religioso de Brujas en otra época, continúa manteniéndose como el centro de la vida de Brujas y es, sin duda, una parada obligatoria de nuestra visita a la ciudad. Cuando lleguemos a ella, además de admirarnos por todos los edificios que la componen, haremos bien en no olvidarnos de que estamos pisando el terreno en el que comenzó todo. La muralla antigua que aquí mandara construir Arnulf I sirve de cimientos a la plaza que vemos a día de hoy. La Torre que divisamos, aunque no nos avise de la llegada de ninguna horda o de ningún desastre, aún parece vigilar los pasos de sus ciudadanos. En esta plaza, varias presencias y una ausencia. El Palacio de Justicia, el Ayuntamiento y la Basílica de la Santa Sangre son edificaciones que nos muestran la magnificencia y la abundancia de otras épocas. La ausencia aún hoy vale para recordar lo absurdo de arrasar con la cultura, lo absurdo de destrozar todo aquello que no nos acomoda: al norte de la plaza, en el espacio ocupado por un parque, se levantó la Catedral de San Donato, arrasada por los franceses en la época de la Revolución Francesa.

Desde esta plaza, Brujas nos cuenta los momentos vividos, las glorias pasadas, las batallas ganadas, los años perdidos y las vidas encontradas de nuevo. Y formando parte de esta plaza, reclamando su sitio, la Antigua Secretaría.

Situado junto al Ayuntamiento, es un edifico que llama la atención por su fachada blanca y dorada. Este fue un edificio construido en el siglo XVI por Christian Sixdeniers, siguiendo el proyecto dado por Jan Wallet.

Esta antigua Cancillería del Franc, la Civiele Griffie, fue un archivo de las autoridades de la ciudad de Brujas, que acogió hasta 1983 el Tribunal de Paz y es, a día de hoy, sede de las dependencias judiciales.