Zoo de Amberes

Uno de los planes alternativos de Amberes es, sin duda, visitar su zoo. Pensado para la diversión de toda la familia, aquí no solo podemos pasar una jornada entre más de un millar de especies, podemos conocer y entender las mejores maneras para preservarlos y ayudar a su conservación.

Entre otras cosas, para esto la Real Sociedad de Zoología de Amberes, mantiene programa cuyo objetivo es salvar a las especies de animales que se encuentran en peligro de extinción, como los Okapis y los Bonobos. Hoy dejamos por un instante todos esos lugares que hay que conocer de Amberes y nos vamos al zoo. ¡Allí nos vemos!

Qué ver en el Zoo de Amberes

Son varios los escenarios por los que iremos descubriendo animales maravillosos. En el “Valle de los Simios Antropoides” se puede pasear entre chimpancés y gorilas, y si tenemos suerte y estos simpáticos animales tienen un buen día, nos regalarán cabriolas y actuaciones que serán un deleite para todos. Desde aquí se puede ir hacia la “Sabana de los Búfalos”, donde búfalos de El Cabo y aves conviven armoniosamente. En la “Nueva Sabana” se tiene la sensación de estar en un safari en África contemplando a las jirafas, cebras y elefantes…y todo ello sin salir de Amberes.

Pingüinos subantárticos y nutrias de mar. Los okapis con su propio y cálido invernadero, con un mirador especial para poder verlos, Koalas, el Acuario de Arrecifes y el Jardín de las Mariposas.

“Hippotopia” son pantanos ¿y quiénes viven en ellos? Los hipopótamos, pelícanos, tapires y otras aves acuáticas. Osos, coatíes, reptiles, anfibios, y un largo etc.

Dentro del Zoológico se encuentra el Skywalk, donde se puede disfrutar de una vista panorámica de 360º del hermoso Jardín Histórico y a la vez, llegar cerca de los osos pandas.

Historia del Zoo de Amberes

El Zoo de Amberes tiene una larga y fascinante historia. El edificio fue inaugurado en 1844 por el rey Leopoldo I, y su primer director fue el famoso zoólogo y botánico Jacques Kets, cuya primera colección fue de animales disecados. Poco a poco la colección creció, y comenzaron a verse animales vivos. Se envió una circular a las empresas navieras del puerto de Amberes, en la que se pedía a los capitanes de los barcos que intentaran dar con los animales más extraños que encontraran en sus viajes. Así se hicieron con los primeros animales, aunque  esta práctica se desestimó pronto.

En esta época el zoológico aún no estaba abierto para todo el público. Solo se abría para la población los domingos y la entrada se reservaba a las clases nobles y adineradas. Los obreros no podían entrar. Tras la Segunda Guerra Mundial se decide reorganizar nuevamente el Zoológico y este fue el momento para levantar un zoo con los últimos avances científicos, educativos y culturales. Gracias a esto los animales lograron tener mayor espacio y más luz. Entre los logros más notables estuvieron los nuevos espacios para los monos.