Semana Santa o Pascua (Pâques), como suele denominarse en Bélgica, es una festividad en la que las tradiciones populares se mezclan con las creencias religiosas, unas fechas en las que los belgas suelen regalarse huevos de chocolate decorados, los más pequeños participan en la búsqueda de los huevos de Pascua escondidos en sus jardines (chasses aux oeufs) y las familias se reúnen en torno a una mesa para disfrutar de platos como el cordero.
El lunes de Pascua, como en muchos otros países, es día festivo en Bélgica. Pascua anuncia el retorno de la primavera, por lo que muchos de los símbolos que se utilizan en en este periodo están en consonancia con este hecho
Huevos de Pascua
El huevo representa el nacimiento, la vida, y se asocia a la primavera, momento del año en el que la naturaleza renace de su hibernación. Pascua marca igualmente el final de la Cuaresma, un período en el que los huevos no se solían consumir. De este modo, en Pascua los huevos se decoraban y se utilizaban como presente para familia y amigos, o decoraban las casas. Hoy en día, en esta festividad la tradición manda que se ofrezcan huevos como regalo, que ahora han pasado a ser de chocolate. Precisamente que el chocolate sea la estrella de Pascua está en relación con su connotación festiva, de producto especial y más exclusivo.
Los más pequeños de la casa también participarán en un divertido juego en torno a este símbolo, les chasses aux oeufs, en la que los niños tendrán que encontrar estos pequeños tesoros ovalados escondidos en los más diversos lugares, entre los que típicamente se utiliza el jardín.
Hay otros símbolos que actualmente también se pueden encontrar durante la Pascua en Bélgica, pero que son influencia de otros países, como las gallinas (símbolo de la maternidad) o el conejo de Pascua (símbolo de abundancia y fecundidad).
Campanas de Pascua
En la tradición cristiana las campanas de Pascua no sonaban como símbolo de duelo entre el Jueves Santo y el Domingo de Pascua, tiempo en el que las campanas emprendían un viaje hasta Roma para ser bendecidas. En su vuelta a casa, las campanas que iban cargadas de estos huevos tan especiales, dejaban caer su dulce mercancía en muchos de los jardines belgas.