Casa dos Bicos

Brás de Alburquerque, hijo del célebre Alfonso de Alburquerque quién llegó a ser virrey de la India durante la Era de los Descubrimientos, realizó un viaje Italia donde quedó totalmente impresionado por el Palacio del Diamante de la ciudad de Ferrara. Un edificio construido en 1492 y enmarcado claramente dentro del renacimiento italiano.

De este modo, cuando volvió a Lisboa, Brás de Alburquerque mandó construir un edificio de características parecidas, siendo tan carismática su fachada que a pesar de sus esfuerzos para que fuera conocida por el nombre de la familia, es habitual referirse a ella como la Casa dos Bicos. Y es que, la fachada sur, la que se enfrenta al río Tejo, está adornada con elementos piramidales que sobresalen de la fachada creando un juego muy interesante de luces y sombras.

Sin embargo, el edificio original no sobrevivió al terrible terremoto de 1755 que dejó sumida en el caos a la ciudad de Lisboa. Los dos pisos superiores se derruyeron por completo, viéndose también afectados los pisos inferiores. En 1973 la familia Alburquerque vendió el edificio, y posteriormente tuvo diferentes usos tanto públicos como privados llegando a ser utilizado como almacén de bacalao.

Finalmente en 1983 se llevó a cabo una reconstrucción del edificio por parte de los arquitectos portugueses Manuel Vicente y Daniel Santa-Rita quienes siguieron la volumetría del proyecto original. Como curiosidad, el visitante encontrará con parte de la Cerca Mora al entrar en el edificio pues la rehabilitación dejó a la vista parte del trazado de dicha muralla.

Hoy en día y desde 2012, el edificio alberga la sede de la Fundación José Saramago, fundación volcada en la difusión de la obra de este literario portugués, Nobel de Literatura en 1998. Las cenizas de José Saramago se encuentran, de hecho, enterradas bajos las raíces de un olivo frente a la Casa de los Picos junto con la frase “pero no subió al cielo, si a la tierra pertenecía”, extraído de la última página de su novela Memorial del Convento.